Pinto para no morirme nunca
Para mí, el mundo es un lugar extraño y fantasmal. No distingo las caras, normalmente, y confundo a unas personas con otras. Además, vivo con una diversidad funcional en la vista que me hace ver todo duplicado, como un caleidoscopio, por lo que mi mente interpreta lo que puede y no siempre acierta.
Esto, además de darme una visión única – literalmente –, me hace entender el mundo y sus habitantes de una manera diferente. Nos convierte a todos en personajes de fantasía, caracterizados y diferenciados únicamente por los accesorios de la apariencia. Por eso mis personajes son así, pertenecen a un mundo imaginario, que en realidad es mi mundo real.
Las marcas bajo los ojos son una especie de marca de guerra, una señal de tristeza. Las orejas grandes son la confirmación de que esta persona es, sin duda, una buena persona, que ha tenido un pasado difícil, y ha tenido que aprender a perdonar a los demás y a cuidar de los que son diferentes. Los cuerpos azules son el mar, por lo que todos somos iguales, hechos de magia infinita, sin ataduras ni límites… y el dolor que se ve en todos mis personajes es el mío propio. El deseo frustrado de ser un hombre normal, lo que llaman normal, de pertenecer a algún lugar, o de ser comprendido como creo que comprendo a los demás.
Mis personajes soy yo. Mis personajes son tú. Son tus miedos, tu reflejo, y lo que viene a mis ojos cuando te miro.